Resumen artículo
Resulta curioso que en la medida que nos hacemos cada día más ricos, en la medida en que consumimos más y más, en la medida en que somos espectadores de las políticas que hacen al Sur cada vez más Sur empobrecido, en la medida en que crece el número de personas y colectivos que son expulsados al foso de la exclusión social, resulta curioso -repito- que crezcan las llamadas a la cultura de la solidaridad; una cultura donde prima el gesto antes que el proceso, la emoción antes que la toma de conciencia, el donativo antes que la pregunta crítica. Sin duda, se hace necesario en estos momentos realizar una seria labor de discernimiento de los distintos impulsos solidarios vigentes. A la cultura de la solidaridad debemos imprimirla una serie de exigencias mínimas con el fin de que no se desvirtúe más de lo que ya está. Realizaremos esta labor desde la posición de observadores de la realidad, sin introducirnos en estudios o investigaciones que esta tarea exigiría. En segundo lugar, intentaremos resaltar el valor de la cultura de la solidaridd en términos de alternativa en y desde la sociedad que vivimos, con sus luces y sombras. Finalmente, haremos una llamada a la necesaria educación en valores que una cultura de la solidaridad transformadora de la realidad implica. Abordaremos esta reflexión desde la experiencia de mi trabajo cotidiano durante estos últimos años en el marco de las entidades sociales y cívicas, especialmente en el área de las organizaciones sociovoluntarias.
Palabras Clave
solidaridad; cultura; educación en valores
Referencia normalizada (para citas)
Aranguren Gonzalo, L. A. (2000). Exigencias de la cultura de la solidaridad. Servicios Sociales y Política Social, 51, 9-21