Resumen artículo
Cuando hablamos de la ciudad en la que vivimos nos referimos a ella comentando que es grande o pequeña, que tiene un centro donde se localizan el Ayuntamiento, la Iglesia o tal museo, que el hospital está a las afueras, que es tranquila o ruidosa, que hay mucho tráfico y atascos; que el barrio en el que vivimos es céntrico o por el contrario se localiza en la periferia, que está bien o mal dotado de equipamientos, que lo peor es que el trabajo se localiza en la otra punta de la ciudad y se tarda mucho en llegar. Y también decimos que nuestros padres viven cerca o lejos de nuestra casa, que los amigos están diseminados por otra la ciudad y que apenas los vemos, que los vecinos son agradables o no los conocemos, que los niños han hecho amigos en el parque del barrio, que la calle es tranquila y se puede salir a pasear y hablar con los vecinos, que nuestro barrio es muy problemático... Es decir, cuando describimos nuestra ciudad nos referimos fundamentalmente a dos aspectos: el espacial y el de las relaciones sociales. Dos aspectos que, como podemos observar en nuestra propia vida cotidiana, se superponen y se interrelacionan dándose entre los mismos diferentes grados de complementariedad o incompatibilidad, siendo dos elementos muy importantes en la definición del marco de nuestras vidas cotidianas, ya que la conjunción de ambos pueden favorecer o dificultar las relaciones de convivencia.
Palabras Clave
urbanismo; ciudad; mujeres; exclusión
Referencia normalizada (para citas)
Justo, A. & de Blas, M. (2001). Hacer ciudad frente a urbanizar ciudad. Un enfoque desde las mujeres. Servicios Sociales y Política Social, 56, 91-101